Uno de los mayores retos a que se enfrentan los padres es asegurarse de que sus hijos no se pasen usando los ordenadores y navegando por la Web.
Todos reconocemos los beneficios de enseñar a nuestros hijos a usar los ordenadores, pero también tenemos que reconocer los riesgos asociados a dejarlos pasar dermasiadas horas detrás del monitor. Un amigo con el que cartearse por Internet es un pobre sustituto de un amigo de verdad.
Cualquier padre que se tenga que enfrentar a unos hijos aficionados a los juegos de ordenador -y a la imposible tarea de tratar de distraerlos de la pantalla del juego- entiende perfectamente lo adictivos que pueden ser. Aun así, saber cómo utilizar y disfrutar de los ordenadores y el ciberespacio es una parte importante en el desarrollo de nuestros hijos.
¿Cómo podemos ayudar a nuestros niños a mantener un equilibro saludable?
En primer lugar pon normas sobre la frecuencia y duración de sus conexiones. Conviene ser flexibles poniendo estos tiempos, ya que los deberes del colegio pueden requerir más tiempo de consulta en Internet unos días que otros. Como norma general, asumiendo que tienen entre 12 y 15 años, limitar su navegación a una hora y media diaria es más o menos correcto, dando por supuesto que no tengan un trabajo especial que hacer para el colegio. Usar la mensajería instantánea no se considera parte de ese límite de hora y media, porque hoy día es la forma normal en que se comunican con sus amigos del mundo real. Usa para la mensajería la misma guía que usarías para su uso del teléfono para hablar con sus amigos.
Aunque deberías enseñar a tus hijos a seguir las normas por sí mismos, hay algún software que limita el tiempo, o incluso pone horas para poder usar el ordenador y acceder a Internet y que también pueden usarse para limitar el tiempo que pasan jugando. Algunos padres se dejan caer por las salas de chat favoritas de sus hijos desde el trabajo para ver si están conectados. Es el equivalente moderno de tocar a la puerta para recordarles que cuelguen el teléfono y se pongan a hacer sus deberes.
(Texto basado en «Internet con los menores riesgos», de Parry Aftab)